Estamos ante la gran posibilidad de disfrutar de la vida cuando pase un tiempo.

Estos momentos de dificultades son un “regalo divino” que nos permitirá diferenciar entre lo bueno y lo malo. Porque a ver, por comparación simple. ¿Tendremos sensaciones agradables, quizás orgásmicas, cuando los que están singles, tengan pareja y amada además?

¿Será cojonudo cuando llegues a final de mes con 1000 euros ahorrados y después de haberte regalado unos caprichitos y de haber salido a cenar en un par de ocasiones, además de haberte comprado ropa sin mirar solamente el precio, si no que además te guste?

O me dirás que no es la hostia pasarte una velada con amigos, contando chistes y tonterías, que de tanto reírte te dejan hipo durante horas, en vez de “recontar” las “noticias”, que con las bajadas de la bolsa, el aumento del número de parados, las listas de espera en la seguridad social, etc, ,lo que hacen es cortarte, ya no el hipo, si no la digestión.

¿Todavía no os habéis dado cuenta que sin estos momentos no seríamos capaces de disfrutar la vida mucho mejor?

Ah!, a lo mejor sois de esos que creen que aquellos que se pasan la vida siempre de puta madre, sin problemas de ningún tipo, la disfrutan. Estáis equivocados, estos son unos desgraciados que por monotonía, siempre viajando de aquí para allá, saliendo a cenar cada sábado, siempre reunidos con sus “coleguis” y pillando esos hipos de infarto día si y día también, son incapaces de diferenciar entre los momentos buenos y malos. Se convierten en unos aburridos y rutinarios disfrutadores de la vida que no le sacan ningún partido.

Mira por cerrar, cuando puedas contar que pasaste de no dormir por las noches a dormir de un tirón, que ya no vives a la sombra de tus padres y ya vives sin complejos como a ti te gusta, que apretas el acelerador del coche sin miedo a subir el consumo a los 12 litros a los 100, que no estás atento al estracto bancario por si entras en el sanguinario color rojo, que por fin vas a trabajar con una sonrisa de oreja a oreja; entonces tendrás un subidón de felicidad que ya quisieran esos aburridos, monótonos y simplones que no han pasado por ahí y que no distinguen lo bueno de lo malo, si no fuera porque lo malo lo ven en los otros y esos otros somos nosotros.

Solo de pensar en lo afortunado que seré cuando eso me pase ya estoy loco de contento.