He visto pasar el tiempo, supongo que era mi tiempo.

Iba tranquilo y acompasado, al mismo ritmo que las agujas del reloj, con pesadez, quizás cansado; diría que casi parado.

Tanto tiempo ocupado que me despreocupé de él. 

Sabía que existía, que andábamos cumpliendo años unos y otros, que pasaban las semanas y los días, que pasábamos del verano caluroso al gélido frío; en fin que pasaba el tiempo, pero sin verlo.

Encegado en vivir y sin embargo ciego al paso del tiempo.

Eso sí, he visto pasar la vida, o mejor dicho he vivido la vida. 

De esta manera el tiempo pasa rápido, te lo vas bebiendo a sorbos, a veces te empachas y a veces lo dejas atrás, pero vives intensamente.

Definitivamente ver pasar la vida es mucho mejor que ver pasar el tiempo. Es más, si ves pasar el tiempo no lo aprovechas, lo desperdicias. Ni tan siquiera lo malgastas, al verlo lo inutilizas.

No veas pasar el tiempo, que sea él quien te vea pasar a ti. Total, como el tiempo va a pasar igual, nosotros nos dedicamos a otra cosa. Si a un caso nos dedicamos a vivir y el tiempo ya contará lo que nos vio hacer.

Si te quedas quieto para ver pasar el tiempo corres serio peligro, porque no solo lo pierdes, si no que te puedes ir con él a ningún sitio. Para  ir a ningún sitio mejor quedarse aquí.

Vamos a vivir la vida; que pase el tiempo si tiene que pasar, pero yo ni le voy a prestar atención, total va a pasar igual.

Despreocúpate del tiempo, vive todo el rato sin tenerlo en cuenta. No pierdas el tiempo.