Cualquiera de estos calificativos; penoso, vergonzoso, inoperantes, inútiles, ladrones, sinvergüenzas, idiotas, peseteros (eureros), etc... , se quedan cortos para definir nuestra denominada clase política.

Pero el caso de Zapatero es además peculiar.

Se subió al limbo de los Dioses con propuestas tan enigmáticas como la alianza de las civilizaciones para salvar al mundo entero, y ahora se contentaría con salvarnos el culo a unos cuantos.

Digo yo que tendría la cabeza dándole vueltas en cómo apropiarse de todos los harenes y cielos habidos y por haber y se descuidó de hacer lo que todo el mundo que le votó, (y los que no también), esperaban de él. Se trataba de algo muy terrenal, pero muy complicado, que es dirigir un país que debe de luchar por conseguir el bienestar de sus ciudadanos.

El siguió erre que erre con la idea de que este era un país ejemplar en todos sus aspectos y que esto no era una crisis.

Resultado de todo esto, recibimos hostias por todos los sitios, batimos records de parados, de economía sumergida, de recorte de presupuestos en educación, en sanidad, en cierre de empresas, en quiebras y todas las lindezas de ese estilo que pudiéramos recordar.

Eso sí, mientras tanto, los opositores siguen cínicamente una sola directriz, acusar, azuzar y ser creativos en todos y cada uno de los discursos que les televisan, ya estén inaugurando, celebrando un congreso o apoyando el uso de la jota en las celebraciones oficiales de la comunidad Navarra. Que más da, han convertido sus intereses en los únicos intereses relevantes y de los que hay que preocuparse. De verdad, esto merece una revolución en la que pudiéramos enviarlos a la mierda por todos esos calificativos y los etcétera, del primer párrafo.

Viven en otra dimensión, porque lo que saben, es que el esfuerzo  privado de cada uno de nosotros aportará suficientes granos de arena como para poder salir adelante antes o después, (esperemos que antes). Ellos mientras tanto a lo suyo.

Ayer saltaba la noticia de que unos peces gordos de la Generalitat de Catalunya ya han enchufado a algunos de sus familiares en cargos relevantes y me imagino de ganar pasta. Si es que esto, si no fuera por lo que es, resultaría hasta gracioso.

¿Hay o no hay derecho a quejarse?

Mientras tanto, si que han hecho una ley importante, la jubilación a los 67 años. La esclavitud de por vida, un salto a cinco siglos atrás. Esto, en un país con cuatro millones de parados, de los cuales 3 milloncetes tienen menos de 35 años, tiene guasa.

Creo que los políticos se han equivocado y deberían de estar en el programa "el club de la comedia". Ahí triunfarían "de calle".

Y aún así parece que tenemos suerte porque no nos ha salido un Berlusconi.